4 de marzo de 2012

Ali estaba ella

Que por muchas personas que tuviera a su alrededor seguía sintiéndose sola, seguía sintiéndose inferior a cualquiera que se le cruzara por delante. Se sentía vulnerable, débil y fácilmente destructible. No hacía falta decir gran cosa para derrumbarla. Y es que a ella se le habían quitado todas las ganas de seguir, de continuar; ya no encontraba ninguna manera de hacerlo. Quería huir, como una completa cobarde, huir de todo y de todos, sin mirar lo que dejaba atrás y sin querer superar obstáculos, ya no tenía ganas para nada y es que ella era muy frágil. Como un pedacito de cristal, un pequeño golpe, y... plaf, se rompe en pedazos. Eso le ocurrió a ella. Se fue partiendo poco a poco en pedazos, hasta llegar a tal punto en el que ninguno de esos pedazos se diferencian uno de otro, son casi invisibles, y ninguno de esos pedazos tiene la más mínima fuerza para volver a unirse.

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