1 de febrero de 2012

pero el amor no es una deuda que saldar


Los besos fueron sustituidos por continuas discursiones. Y es en ese momento donde te das 
cuenta que amar es tal vez otra cosa. Es sentirse ligeros y libres. Es saber que no pretendes 
apropiarte del corazón del otro, que no es tuyo, que no te toca por contrato. Debes merecértelo
día a día. Y se lo dices. Se lo dices a él. Y eres consciente de que hay respuestas que quizás
deben cambiarse. Es preciso partir para volver a encontrar el camino. Él que mira enfadado, de pie, en la entrada. Y dice que no, que estoy equivocada, que somos felices juntos. Me coge por un brazo, me aprieta con fuerza. Porque cuando alguien a quien quieres se va, intentas detenerlo con las manos, y esperas poder atrapar así también su corazón. Pero no es así. El corazón tiene piernas que no ves. Él se va diciendo "me las pagaras", pero el amor no es una deuda que saldar, no regala créditos, no acepta descuentos. Dos lágrimas resbalan despacio, casi tímidas y preocupadas por no manchar la almohada. Por un instante me siento protegida por esa colcha que me separa del mundo.

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